Etnólogos, historiadores, leyendas originarias, diarios de viajeros y la misma literatura definen al Zombi como un ser sin alma que vaga según los designios de su opresor hechicero, coincidiendo en que su génesis está íntimamente relacionado con la esclavitud y la opresión.
La relación entre el esclavo y el zombi se establece en características como los hábitos de comida, la ropa rasgada, la transición hacia la esclavitud, la asignación de un nuevo nombre, la pérdida de toda relación con el ser que se era antes de la esclavitud, la muerte social y su estatus sociológico de objeto. El cine, la televisión, cómics, videojuegos, son espacios donde la mítica figura haitiana se nos presenta como ejemplo del apocalipsis, del final de la vida normal que conocemos.
En Venezuela observar gente caminando en grupos sin un rumbo fijo, yendo y desandando, en busca de comida, medicamentos y todo lo necesario para seguir en pie, se ha convertido en algo del día a día.
Al mirar los ojos de la gente se puede sentir que no son los mismos de hace unos años, que tienen una nueva vida, parecen vagar sin espíritu como zombis, haciendo todo lo que sus hechiceros quieren que hagan.
El alma, la conciencia y el espíritu son herramientas imprescindibles para defender los derechos que tanto ha costado ganar a los seres humanos. Solo la tesis del hechicero maligno que maneja al zombi, explica la aceptación de una situación tan crítica como la actual, que nos perjudica a todos por igual, en un país que cada día se resiente más.
Fácil es recordar los discursos del hechicero mayor, donde decía al pueblo que volvieron a nacer y que siguiendo su plan todos tendrían el poder; ese mismo plan que poco a poco ha tratado de convertirnos en esclavos, haciéndonos dependientes, cambiando nuestros hábitos, limitando nuestros insumos, aislandonos del mundo, alejándonos de la modernidad, igual a como definieron los expertos el génesis de un zombi.
El hechicero moderno asumiendo la figura de líder político, trajo una gran carga de maldad, su energía se agiganto en la medida que capitalizó las miserias de nuestro pueblo, jugó con nuestros sueños y nos prometió un mundo fácil, donde los valores fundamentales no son necesarios; la única condición fue pensar de una manera específica.
Asumir que nos equivocamos al darle apoyo a seres malignos que se hicieron pasar por políticos, es el primer paso para recuperar nuestra propia vida.
Quererse a sí mismo es fundamental para romper el maleficio, entender que nuestros derechos como seres humanos no son negociables y negar espacios a líderes ilusionistas y chantajistas, son factores criticos para cambiar nuestra oscura realidad.
Es el momento de demostrar que no somos esclavos, de protestar por nuestros derechos, de forzar los cambios necesarios que nos garanticen recuperar la vida que nos robaron. Es el momento de liberarnos de un yugo que pretende apretar más las cadenas que nos oprimen, se acabó el tiempo de dar oportunidades a quienes contaron con que podríamos llegar a ser sus Zombis.
Noel Yemes